
Solo los vemos imprescindibles cuando los necesitamos, en todos los casos, por una urgencia inmediata que hace que los segundos y minutos que se tardan en auxiliarnos es una eternidad y hasta por nuestra intolerancia manifiesta, hemos llegado al colmo de culparlos de nuestras tragedias, ya sea porque no llegaron a tiempo o porque no tuvieron las herramientas necesarias para auxiliarnos.
Hablamos entonces de los dos organismos más reconocidos por nuestra comunidad cejeña: los Bomberos Voluntarios y la Cruz Roja. Entidades que a pesar de contar con nombres de trascendencia internacional, en lo local funcionan con la autonomía que les dan sus estatutos, pero en esto debemos de hacer claridad que es para conseguirse sus recursos y así dar sus servicios.
Y es que estas entidades funcionan con los recursos que ellas mismas gestionan, con las sobretasas municipales (sobretasa bomberil) o con algunos indicios de negocios que conforman (por ejemplo la recarga de extintores), pero este dinero solo les alcanza para comprar los insumos o instrumentos para el servicio a la comunidad, es decir, la reinvierten en nosotros.
Ante estas circunstancias el insumo más importante la mano de obra, el tiempo, las horas que gastan estos hombres y mujeres día a día, sacrificando el tiempo de sus familias no tiene retribución, es Voluntario. ¡Increíble! Entonces que mueve a un ser humano a realizar este sacrificio por ayudar a los demás, sin remuneración económica de ningún tipo, solo ateniéndose a que le demos el “Dios le pague” respectivo, cuando lo hacemos.
Todos los Cejeños nos imaginábamos una central, mejor ubicada, equidistante ante el sinnúmero de emergencias y esperábamos que el equipo de planeación en cabeza del Alcalde, asignara un espacio como la antigua fábrica de adoquines (solo un pedacito), contigua a la terminal de transporte como el lugar adecuado para ubicar a nuestros cuerpos de socorro, pero la sorpresa fue mayor al indagar por qué no la asignaron y encontrar que este lote ya no pertenece al municipio pues fue cedido por el regidor a la nueva sociedad comercial - CIT, en la que el municipio tiene una baja participación accionaria, para que sea explotado comercialmente como parqueadero público.
Sin duda, estas decisiones, nunca fueron pensadas por el bien de la gente cejeña. Es más no podríamos echarle la culpa ni a la misma empresa dueña de la terminal, que sería en primera instancia la más beneficiada, al tenerlos a la mano para sus emergencias. Entonces que mueve a la Administración actual a priorizar las obras de cemento y dejar a un lado a la Gente Honesta como nuestros voluntarios. No podemos creer que esto lo motive la firma de un contrato de adecuación de las nuevas instalaciones por 139 millones, con un contratista particular.
EDITORIAL
Foto: cortesía
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